El donostiarra volvía a Bilbao con la difícil tarea de suplir a un Fernando Llorente que había caído en desgracia tras negarse a renovar. Había cierta inquietud entre los 'leones', porque sus números no invitaban precisamente al optimismo, pero no había ningún otro '9' vasco en el mercado que pudiera hacer sombra al espigado riojano.
El resto es ya historia. Aduriz suma 108 goles en poco más de cuatro temporadas, convirtiéndose en el eje central sobre el que gira el fútbol ofensivo del Athletic. Su aportación a este equipo, a esta centenaria y admirable institución que es el Athletic Club, es a estas alturas difícilmente cuantificable, porque su ascendencia va más allá de su faceta anotadora.
El Athletic es sencillamente un equipo con Aduriz y otro sin él, porque hace mejores a sus compañeros, como se ha visto este jueves frente al Genk. Su exhibición, acerca el sueño de ese gran título que los 'leones' persiguen con ahínco desde hace varias décadas, porque es muy poco probable que haya otro equipo con un 'killer' de semejante talla en la segunda competición continental.
Quizás todo esto suene grandilocuente, pero el que haya podido presenciar el partido sabe que no exageramos un ápice, porque la puesta en escena de Aduriz fue sencillamente descomunal. A sus cinco dianas habría que sumar un sinfín de jugadas en las que el guipuzcoano puso en un brete a la atormentada zaga del Genk, que soñará con su anguloso rostro durante varias noches.
Fue él, con esa pegada de peso pesado, el que sofocó la rebelión de un Genk que por momentos amagó con amargar la tarde a las pobladas gradas de San Mamés. Destacable el partido del animoso conjunto belga, que no dio su brazo a torcer hasta el quinto gol del 'rey león'.
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